El papel de liderazgo que Dios ha dado a los hombres no es una oportunidad para ser servido, sino un llamado a servir de forma sacrificial.
Los hombres comen juntos bimestralmente para reflexionar su identidad en el Evangelio. Comparten junto con otros hombres (amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo) la importancia de conocer a Jesús, y qué implicaciones tiene el evangelio en cada área de su vida.
Aprendemos de Jesús que la verdadera masculinidad no consiste simplemente en mantener nuestras cosas ordenadas.
La verdadera masculinidad significa ir más allá de nosotros mismos para amar a nuestro prójimo. Los verdaderos hombres dan libremente su tiempo, sus recursos, su atención, su energía y su apoyo emocional a los que lo necesitan sin tener en cuenta lo que puedan recibir a cambio.
“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor.” 1 Corintios 16: 13-14
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